domingo, marzo 01, 2009

El ojo de Dios

Nos creemos lo más importante del Universo, que lo sabemos todo, que todo gira en torno a nosotros, que nosotros somos la medida de todas las cosas..., que estamos en posesión del saber, de la verdad..., ¡lo que yo te diga!
¿Habéis visto el ojo de Dios? El Observatorio Europeo Austral emplazado en Chile y considerado uno de los más importantes del mundo, ha captado una imagen espectacular de la nebulosa Helix o NGC 7293, también llamada "el ojo de Dios". (La nacion)
Se encuentra a 700 años luz de la Tierra y mide dos años luz, poco menos de 20 billones de kilómetros.
A pesar de la espectacularidad de la imagen telescópica, de su gran tamaño (cubre un área del cielo igual al ocupado por un cuarto de la Luna llena) y de su forma de ojo, el órgano visual humano no pueda verla fácilmente.
Todos estos misterios, fenómenos naturales, descubrimientos científicos, nos deberían llevar a pensar que no somos nada, absolutamente nada, en el Universo en el que vivimos. Somos tan insigificantes que ni siquiera podemos ver ese ojo que parece verlo todo. Y aún así, nos obstinamos por hacer prevalecer nuestra voluntad y opinión, nuestros criterios, nuestros puntos de vista, pero no para defenderlos razonadamente, argumentando y considerando los argumentos contrarios como válidos, sino descalificando los ajenos para seguir aferrados a los propios, como si la vida nos fuera en ellos.
Y la verdad es que no sabemos nada o muy poco. Construimos sobre bases de arena que nos obligan a replantearnos continuamente nuestro proyecto. Cada día surge un nuevo elemento que nos hace redimensionar nuestras tareas, nuestros objetivos.
Vivimos en continuo proceso de cambio y experimentación, y lo que sobran son mentes inflexibles, demasiado seguras de sí mismas, que abanderan la calidad, porque esos líderes no sabrán adaptarse al cambio, seguirán aferrados a lo que saben hacer y les da seguridad, y despreciarán lo desconocido sencillamente porque lo temen, les incomoda.
A la vista de la nebulosa Ojo de Dios, lo que sabemos es una miseria en relación a lo que desconocemos. Y para no temer lo desconocido debemos ser curiosos, aventureros, flexibles, generosos y estar dispuestos a modificar nuestros planteamientos iniciales.
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